7 oct 2012

Hablemos de Series: The New Normal


¿Qué pasaría si una pareja gay decidiera tener un hijo a través de una “madre de alquiler”? La respuesta de la gran mayoría de la gente a esta pregunta sería, en teoría, simple: nada. Pero, ¿de verdad lo piensan? ¿O simplemente lo dicen para quedar bien?

Y es que el cinismo está a la orden del día. Porque, ¿quién no conoce a alguien que dice que no tiene ningún problema con la homosexualidad, pero en realidad, luego la utiliza como arma arrojadiza? Hace unos días, por ejemplo, escuché una crítica hacia Miguel Bosé. Podían criticar tropecientos aspectos de su carrera musical (nótese que no es santo de mi devoción a nivel artístico). Sin embargo, optaron por decir que era un “asqueroso chupa*piii*. ¡Rayos!, argumento convincente donde los haya. O, sino, véase el caso de nuestro gran amigo Justin Bieber. Es sabido que el insulto más utilizado hacia él es “gay” (hasta yo lo he utilizado). De hecho, he realizado la pequeña locura de ver su último videoclip en YouTube, “Boyfriend”, y el comentario con más likes era el siguiente: “one word: gay”. No analizan sus letras de gran calado, o su portentosa voz, por no hablar de su gran ejército de fans, de los más respetuosos que conozco. No. Es más fácil atacar con algo que seguramente ni sea verdad. Y que, al fin y al cabo, no nos incumbe. Está, por tanto, más que claro que la sociedad no acaba de aceptar esta orientación sexual como algo normal.

Sobre esta base desarrolla su historia dicha serie. A pesar de que me suelo enterar tarde de los estrenos de tv y en general, de cualquier cosa que se presente, publique o anuncie, esta vez descubrí la serie antes de su emisión. Y es que saltó la noticia de que una filial de la NBC en Utah decidió no emitirla por tener personajes gays. Ante tanta polémica (que salga la noticia en periódicos de tirada nacional, como en este caso, El País, así lo demuestra) decidí aventurarme y verla. Porque, si es tan polémica, tiene que ser buena, ¿no?

Pues sí. Y no. Es un bastante decepcionante mix de ambas opciones, al menos al principio. De momento, con cinco capítulos emitidos, en mi modesta opinión, se podría dividir la serie en dos fases. La primera, que va desde el desconcertante piloto (por lo poco llamativo, no os creáis que por original) hasta el tercer capítulo, que supone un punto de inflexión total. El primer capítulo te deja frío. Los personajes no te transmiten demasiado, a excepción de Shania, la hija de la madre de alquiler. Pero como los pilotos de las series suelen ser bastante decepcionantes, pues todavía están buscando su rumbo, decidí ver el segundo. Mejora respecto al primero. Los personajes atrapan más, y la temática amplía horizontes. Y entonces llega el tercero. Los temas tratados hasta entonces pasan a ser totalmente nimios en comparación con la del tercer capítulo. Porque hablan del odio. Y lo tratan con acierto, al menos en mi opinión. Este es, por así decirlo, un capítulo algo dramático. Pero la vida no es todo risa y algarabía. Además, los personajes terminan por cuajar, y en mayor o menor medida, empatizas con ellos.  A partir de este capítulo, comienza la segunda fase. Una en la cual los temas pasan a ser definitivamente más generales, permitiendo que la serie sea accesible a cualquier tipo de público. Por tanto, la serie parece haber ido in crescendo.

Un gran problema es el exceso de estereotipos. Porque claro, no podía faltar el gay de libro: snob, estirado, interesado en muebles de diseño, ropa de marca y en que todo haga juego. ¿Qué finalidad tiene eso? Sigo sin verlo claro. Y esto se da por igual en otros personajes. Entiendo que con esto se busca una crítica de los mismos, pero no es algo muy visible. 
Otro de los grandes problemas es ya más personal, porque tengo una bajísima capacidad para tolerar los giros de guión telenovelescos (es decir, poco originales, y sobre todo, liantes). Pero es que ni siquiera pueden ser considerados giros, sino que simplemente son las típicas subtramas de los malos malísimos que tratan de fastidiar al héroe. Pero claro, aquí tampoco tienen mucho sentido. Al menos solo se dan con el suficiente grado de molestia en los dos primeros capítulos. 

Pero, por encima de todos los inconvenientes, sobresale uno: lo previsible de los acontecimientos. En todo momento es fácil predecir qué cosas van a pasar. Por otro lado lógico, puesto que si no consiguieran que el predictor se volviera azul, no habría historia que contar. Pero por lo general, todo es muy obvio.

En el apartado positivo, lo bueno de la historia es que consiguen que un mensaje que en teoría solo puede aplicarse para una minoría, valga para casi todo el mundo. En un principio sí, todo gira en torno a la igualdad que deberían tener los homosexuales. Pero poco a poco, se va convirtiendo en una reivindicación del derecho que todos tenemos a ser nosotros mismos: frikis, “empollones”, cierrabares,  homosexuales, etc. Incluso canis. Pero no se encasillan en eso. También tratan el miedo al cambio. Es decir, la inquietud que despiertan en las personas las grandes decisiones de la vida: dejar el nido de papi y mami, casarse, tener hijos, y un largo etcétera. Las difíciles relaciones padre/madre-hijo, o las también complejas entre suegros y nueros. Y la sexualidad. Pero no como vosotros pensáis, pillines. Lo hacen reivindicando el respeto hacia uno mismo y hacia los demás, lo cual no está nada mal, teniendo el patio como lo tenemos. Pero los más destacables son el odio y la hipocresía. Están bien tratados, uno en tónica de drama y otro de forma cómica. Lo mejor es que el odio no se trata desde una perspectiva egoísta, sino que se enfoca así: a mi me pueden hacer todo el daño que quieran, pero, ¿cómo voy a defender a mi hijo de ese odio? Desde luego, lo mejor de esta serie no son las gracias, sino su temática.

En varios aspectos, me recuerda a Modern Family. Esta la recomiendo sin temor a equivocarme. Es muy buena, al menos, en mi modesta opinión. Pero mejor que lo comprobéis por vosotros mismos.

Resumiendo:
Es una buena serie, que sirve para ver temas de actualidad desde otro punto de vista. También para saber algo más acerca de asuntos poco tratados, como es por ejemplo todo lo relacionado con las llamadas “madres de alquiler” (hay que ver qué término). Y a ser un poco más abiertos de mente, que nunca viene mal.

James Moriarty

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