¿Qué pasaría si una
pareja gay decidiera tener un hijo a través de una “madre de alquiler”? La
respuesta de la gran mayoría de la gente a esta pregunta sería, en teoría,
simple: nada. Pero, ¿de verdad lo piensan? ¿O simplemente lo dicen para quedar
bien?
Y es que el cinismo
está a la orden del día. Porque, ¿quién no conoce a alguien que dice que no
tiene ningún problema con la homosexualidad, pero en realidad, luego la utiliza
como arma arrojadiza? Hace unos días, por ejemplo, escuché una crítica hacia
Miguel Bosé. Podían criticar tropecientos aspectos de su carrera musical
(nótese que no es santo de mi devoción a nivel artístico). Sin embargo, optaron
por decir que era un “asqueroso chupa*piii*. ¡Rayos!, argumento convincente
donde los haya. O, sino, véase el caso de nuestro gran amigo Justin Bieber. Es
sabido que el insulto más utilizado hacia él es “gay” (hasta yo lo he
utilizado). De hecho, he realizado la pequeña locura de ver su último videoclip
en YouTube, “Boyfriend”, y el comentario con más likes era el siguiente: “one
word: gay”. No analizan sus letras de gran calado, o su portentosa voz, por no
hablar de su gran ejército de fans, de los más respetuosos que conozco. No. Es
más fácil atacar con algo que seguramente ni sea verdad. Y que, al fin y al
cabo, no nos incumbe. Está, por tanto, más que claro que la sociedad no acaba
de aceptar esta orientación sexual como algo normal.
Sobre esta base
desarrolla su historia dicha serie. A pesar de que me suelo enterar tarde de
los estrenos de tv y en general, de cualquier cosa que se presente, publique o
anuncie, esta vez descubrí la serie antes de su emisión. Y es que saltó la
noticia de que una filial de la NBC en Utah decidió no emitirla por tener
personajes gays. Ante tanta polémica (que salga la noticia en periódicos de
tirada nacional, como en este caso, El
País, así lo demuestra) decidí aventurarme y verla. Porque, si es tan
polémica, tiene que ser buena, ¿no?
Pues sí. Y no. Es un
bastante decepcionante mix de ambas opciones, al menos al principio. De
momento, con cinco capítulos emitidos, en mi modesta opinión, se podría dividir
la serie en dos fases. La primera, que va desde el desconcertante piloto (por
lo poco llamativo, no os creáis que por original) hasta el tercer capítulo, que
supone un punto de inflexión total. El primer capítulo te deja frío. Los
personajes no te transmiten demasiado, a excepción de Shania, la hija de la
madre de alquiler. Pero como los pilotos de las series suelen ser bastante
decepcionantes, pues todavía están buscando su rumbo, decidí ver el segundo. Mejora
respecto al primero. Los personajes atrapan más, y la temática amplía
horizontes. Y entonces llega el tercero. Los temas tratados hasta entonces
pasan a ser totalmente nimios en comparación con la del tercer capítulo. Porque
hablan del odio. Y lo tratan con acierto, al menos en mi opinión. Este es, por
así decirlo, un capítulo algo dramático. Pero la vida no es todo risa y
algarabía. Además, los personajes terminan por cuajar, y en mayor o menor
medida, empatizas con ellos. A partir de
este capítulo, comienza la segunda fase. Una en la cual los temas pasan a ser
definitivamente más generales, permitiendo que la serie sea accesible a
cualquier tipo de público. Por tanto, la serie parece haber ido in crescendo.
Un gran problema es el
exceso de estereotipos. Porque claro, no podía faltar el gay de libro: snob, estirado, interesado en muebles de
diseño, ropa de marca y en que todo haga juego. ¿Qué finalidad tiene eso? Sigo
sin verlo claro. Y esto se da por igual en otros personajes. Entiendo que con
esto se busca una crítica de los mismos, pero no es algo muy visible.
Otro de los grandes problemas es ya más personal,
porque tengo una bajísima capacidad para tolerar los giros de guión
telenovelescos (es decir, poco originales, y sobre todo, liantes). Pero es que
ni siquiera pueden ser considerados giros, sino que simplemente son las típicas
subtramas de los malos malísimos que tratan de fastidiar al héroe. Pero claro,
aquí tampoco tienen mucho sentido. Al menos solo se dan con el suficiente grado
de molestia en los dos primeros capítulos.
Pero, por encima de todos los inconvenientes,
sobresale uno: lo previsible de los acontecimientos. En todo momento es fácil
predecir qué cosas van a pasar. Por otro lado lógico, puesto que si no
consiguieran que el predictor se
volviera azul, no habría historia que contar. Pero por lo general, todo es muy
obvio.
En el apartado positivo, lo bueno de la historia es
que consiguen que un mensaje que en teoría solo puede aplicarse para una
minoría, valga para casi todo el mundo. En un principio sí, todo gira en torno
a la igualdad que deberían tener los homosexuales. Pero poco a poco, se va
convirtiendo en una reivindicación del derecho que todos tenemos a ser nosotros
mismos: frikis, “empollones”, cierrabares,
homosexuales, etc. Incluso canis. Pero no se encasillan en eso. También
tratan el miedo al cambio. Es decir, la inquietud que despiertan en las
personas las grandes decisiones de la vida: dejar el nido de papi y mami,
casarse, tener hijos, y un largo etcétera. Las difíciles relaciones
padre/madre-hijo, o las también complejas entre suegros y nueros. Y la
sexualidad. Pero no como vosotros pensáis, pillines. Lo hacen reivindicando el
respeto hacia uno mismo y hacia los demás, lo cual no está nada mal, teniendo el patio como lo tenemos. Pero
los más destacables son el odio y la hipocresía. Están bien tratados, uno en
tónica de drama y otro de forma cómica. Lo mejor es que el odio no se trata
desde una perspectiva egoísta, sino que se enfoca así: a mi me pueden hacer
todo el daño que quieran, pero, ¿cómo voy a defender a mi hijo de ese odio?
Desde luego, lo mejor de esta serie no son las gracias, sino su temática.
En varios aspectos, me recuerda a Modern Family.
Esta la recomiendo sin temor a equivocarme. Es muy buena, al menos, en mi
modesta opinión. Pero mejor que lo comprobéis por vosotros mismos.
Resumiendo:
Es una buena serie, que sirve para ver temas de
actualidad desde otro punto de vista. También para saber algo más acerca de
asuntos poco tratados, como es por ejemplo todo lo relacionado con las llamadas
“madres de alquiler” (hay que ver qué término). Y a ser un poco más abiertos de
mente, que nunca viene mal.
James Moriarty
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